La noticia que hoy circuló en diferentes medios de información respecto de las cifras de las ventas mundiales de música correspondientes al año 2014, publicadas por la Federación Internacional de la Industria Fonográfica, la cual manifestó que: "Por primera vez en la historia, los ingresos de la música grabada proceden por igual de las ventas digitales (46%) y de las ventas físicas (46%)", me dio el coraje suficiente para poder dedicarle unas breves líneas a la reflexión sobre las consecuencias de la revolución tecnológica.
Durante la era analógica y en los
principios de la era digital, los productos que hoy se consideran
contenidos intangibles se encontraban indefectiblemente asociados y valorados a
través de su soporte físico, tomando como ejemplo el mercado de la música, en
un principio el producto se encontraba necesariamente asociado a su soporte,
sea vinilo, cinta o cd, con sus resultantes costos de producción,
distribución y de retail (minoreo), siempre con la variable del valor percibido
de acuerdo al producto de que se trate. El consumidor aceptaba pagar este
conjunto de costos en tanto no existían formas alternativas de poder acceder a
esos contenidos, por ello aceptaba esa realidad de mercado como su identidad.
De esta forma las tiendas de música eran la única opción para quien deseaba
adquirir un producto y debía no sólo aceptar el costo de toda la cadena
productiva sino que también debía soportar contenido no deseado, en tanto se
ofrecía una venta empaquetada de un conjunto de canciones sin posibilidad de
elección.
A mediados de los 90 la llamada “revolución del
mp3” y la evolución de la velocidad en las conexiones hogareñas a Internet, provocaron la
rebelión de los consumidores frente al orden de mercado establecido, causando la proliferación de diferentes métodos de descarga ilegal de
música en formato digital.
Posteriormente, la popularización de la descarga
ilegal de contenidos y los infructuosos intentos por evitarla, provocaron la
reacción de la industria y la venta de aquellos productos, ahora digitales,
sufrieron -a partir del nacimiento de las tiendas virtuales- una transformación en su
modelo de negocios, debiendo ser valuados acorde al valor virtual
de cada contenido, es decir, independientemente de su soporte físico y sus
costos asociados.
Entonces, a través de esta breve narración de
la historia reciente, podría encontrarse una relación directa entre los
fundamentos básicos de la Dialéctica Hegeliana y esta transformación del
mercado de la música, causada por la evolución tecnológica y basada en los
principios económicos de mercado, de aquí el nombre de Dialéctica Económica.
Habrá que esperar otro giro en el negocio de la
música para saber si el modelo Spotify se consolida como identidad de mercado o si, como
dijimos, resulta ser una antítesis del modelo Itunes que dará lugar a una nueva
tesis.